miércoles, 5 de septiembre de 2007

¿POEMA AUTOBIOGRÁFICO DE GÓNGORA?


A los amantes del Barroco pudiere merecer la pena (¡la dicha!) leer despacio este poema de Luis de Góngora y Argote. Está lleno de humor (¡Qué necio que era yo antaño,/aunque hogaño soy un bobo...) ingenio, desengaño (tengo amigos, los que bastan/ para andarme siempre solo), tiempo (Veo pasar como humo/ afirmado el tiempo cojo...) y música (sobre piedras como piedra/ sobre plumas como plomo) ... También, quizá, de sinceridad... Es una autobiografía de la vida cotidiana (Con doblados libros hago/ los días de mayo cortos,/ las noches de enero breves...) de nuestro poeta. Pero, basta de ejemplillos, leámos despacio esta poesía de 1590:


¡Qué necio que era yo antaño,
aunque hogaño soy un bobo;
mucho puede la razón,
y el tiempo no puede poco!
A fe que dijo muy bien
quien dijo que eran de corcho
casco de caballo viejo
y cascos de galán mozo.
Serví al Amor cuatro años,
que sirviera mejor ocho
en las galeras de un turco,
o en las mazmorras de un moro.
Lisonjas majaba, y celos,
que es el esparto de todos
los majaderos captivos
que se vencen de unos ojos.
De esta dura esclavitud
(hace un año por agosto)
me redimió la merced
de un tabardillo dichoso.
A este mal debo los bienes
que en dulce libertad gozo,
y vame tanto mejor
cuanto va de cuerdo a loco.
Héme subido a Tarpeya
a ver cuál se queman otros
en tan vergonzosas llamas,
que su honor volará en polvo;
y he de ser tan inhumano,
que a quien otra vez piadoso
ayudara con un grito
acudiré con un soplo.
Háganse tontos cenizas,
que con cenizas de tontos
discretos cuelan sus paños,
manchados, pero no rotos.
Quince meses ha que duermo,
porque ha tantos que reposo
sobre piedras como piedra,
sobre plumas como plomo.
No rompen mi sueño celos,
ni pesadumbre mi ocio,
ni serenos mi salud,
ni mi hacienda mal cobro.
Tengo amigos, los que bastan
para andarme siempre solo,
y vame tanto mejor
cuanto va de cuerdo a loco.
Con doblados libros hago
los días de mayo cortos,
las noches de enero breves
por lo lacio y por lo tosco.
Cuando ha de echarme la Musa
alguna ayuda de Apolo,
desatácase el ingenio,
y algunos papeles borro
a devoción de una ausente,
a quien ausente y devoto
con tiernos ojos escribo
y con dulce pluma lloro.
Discreciones leo a ratos
y necedades respondo
a tres ninfas que en el Tajo
dan al aire trenzas de oro,
y a la que ya vio Pisuerga,
la aljaba pendiente al hombro,
seguir la casta Diana
y eclipsar su hermapo rojo.
Salgo alguna vez al campo
a quitar al alma el moho
y dar verde al pensamiento,
con que purgue sus enojos.
En mi aposento otras veces
una guitarrilla tomo,
que como barbero templo
y como bárbaro toco.
Con esto engaño las horas
de los días perezosos,
y vame tanto mejor
cuanto va de cuerdo a loco.
Pagaba al tiempo dos deudas
que tenía tras de un torno;
mas ya ha días que a la iglesia
del desengaño me acojo;
en cuyo lugar sagrado
me ha comunicado Astolfo
todo el licor de su vidrio
y la razón sus antojos;
con que veo a la Fortuna
de la fábrica de un trono
levantar un cadahalso
para la estatua de un monstro,
y por las calles del mundo
arrastrar colas de potros
a quien de carro triunfal
se apeó en el Capitolio.
Veo pasar como humo
afirmado el tiempo cojo
sobre un cetro imperïal
y sobre un cayado corvo.
Después que me conocí
estas verdades conozco,
y vame tanto mejor
cuanto va de cuerdo a loco.

Sobrecoge pensar que lo que tocaba Góngora en su aposento fueran esas piezas incluidas al final de uno de los más fiables manuscritos del siglo XVII con su poesía. Son cuatro, como comentábamos hace unos días: una jácara, una gallarda (su comienzo se reproduce a la cabeza de este escrito) y dos pasacalles.


2 comentarios:

hbarra dijo...

Es curioso que nombre al instrumento como guitarrilla y no como bandurria. La música que se comenta corresponde a una serie de tablaturas manuscritas para un instrumento de cuatro cuerdas (o más bien pudieran ser órdenes). Cuarenta años antes de este poema nació Vicente Espinel, a quien se atribuye el haber añadido la quinta cuerda a la guitarra. Por tanto se podría plantear la duda de si la música de las tablaturas corresponde a música para guitarra o para bandurria.

Hay un hecho que nos clarifica la duda y es la afinación. La afinación de la guitarra (ya sea de cuatro o cinco órdenes) contiene una tercera y el resto cuartas, mientras que para que la música de las tablaturas tenga sentido, el instrumento tiene que estar afinado exclusivamente por cuartas. Esta afinación es la que corresponde a la bandurria.

También es curioso que Góngora nombre al instrumento que él mismo toca como guitarrilla y no como guitarra, lo que nos puede indicar que se trate de una guitarra pequeña o más bien de una bandurria.

Antonio Torralba dijo...

También está la cuestión del cómputo silábico, que puede ser la causa de que el poeta elija en este caso "guitarrilla" en lugar de "bandurria". Porque lo cierto es que el cordobés usa con soltura en su poesía, al menos los siguientes términos: "tiorba", "laúd", "guitarra", "vihuela" y "bandurria"