El IES ÁNGEL DE SAAVEDRA está en la Barriada de Valdeolleros (C/ José Sánchez Guerra, s.n.). La entrada al concierto es libre.
AIRES DEL BARROCO HISPANO
Anónimo (S. XVII)
Folías, glosas instrumentales
Bartolomé
de Selma y Salaverde (h.
1580-h. 1638)
Gallarda y Corrente, danzas
Luis de Briceño
(h. 1580-¿)
Dança
llamada La Españoleta y Gran Chacona, danzas
Andrea
Falconiero (1585-1656)
La Monarca
y Brando dicho el Melo, danzas
Emilio de
Cavalieri (h.
1550-1602)
Gran Duque
de Florencia y Vuelta, glosas
Luis de
Góngora (1561-1627)
[Atribuida]
Jácara
Gaspar
Sanz (1640-1710)
Villano y
Zarabanda, danzas
Santiago
de Murcia (1673-1739)
Fandango, Zarambeques
y Jota, danzas
CINCO SIGLOS
Miguel Hidalgo, guitarra barroca y dirección
Antonio Torralba, flautas
Gabriel Arellano, violín barroco
José Ignacio Fernández, bandurria barroca
Daniel Sáez, violonchelo barroco
Antonio Sáez, percusión
AIRES DEL BARROCO HISPANO
Los tiempos que median entre las vidas de
Velázquez y Goya acogieron el tercer gran momento de la música hispana para
instrumentos.
El primero, lleno de
laúdes, rabeles y axabebas, correspondió a la baja Edad Media y está marcado
por la compleja realidad mudéjar. El segundo, el pleno Renacimiento de los
violones, las vihuelas y los órganos, supone la particular visión autóctona del
arte europeo de la glosa. Y este tercero, rebosante de seguidillas, zarabandas,
jotas, españoletas y fandangos, viene a culminar los dos anteriores, teniendo
como especiales protagonistas a la guitarra barroca de cinco órdenes
y a su pequeña compañera, la bandurria. Ambas suponen la cristalización de
emblemáticos instrumentos que anduvieron entre las manos de los músicos
españoles desde muy antiguo. Desde ese primer momento a que aludíamos, suenan
en las miniaturas del rey Alfonso X y entre los juglares del Libro
de Buen Amor; y, luego, en los mesones y plazuelas de la novela
picaresca, en los versos de los cancioneros, en las comedias de Lope de Vega y
en el arte sutil de Luis de Góngora, él mismo tañedor.
En efecto, y aunque esto
último no es muy conocido, Góngora fue músico. Y no ya sólo porque amara las
palabras: su timbre, el ritmo grave o alegre con que se ordenan en los versos,
los juegos con que imitan los sonidos del mundo… Don Luis de Góngora y Argote,
el príncipe de los poetas españoles, tocaba la bandurria y la guitarra (llegó a
ir a juicio al negarse a devolver una que le habían prestado) y frecuentaba a
comediantes y tañedores por ser –son sus palabras- “tan aficionado a la
música”. En el manuscrito 4118 de la Biblioteca Nacional de España, uno de los
considerados buenos de entre los que transmiten las obras del poeta, hay varias
piezas de bandurria que los especialistas consideran salidas de la inspiración
musical de Góngora, o, al menos, habituales del repertorio que lleno sus
soledades. Hemos incluido una en nuestro
recital y la hemos rodeado de otras de autores coetáneos (Bartolomé de Selma,
Luis de Briceño y Andrea Falconiero) y anónimas.
La
parte final de este breve recital abunda en la larga vida que aquellas danzas y
tañidos forjados en el primer barroco español tuvieron en el mundo del teatro y
de las escuelas de baile; en los ambientes populares y cortesanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario