miércoles, 6 de marzo de 2013

CONCIERTO CÓRDOBA


El IES ÁNGEL DE SAAVEDRA está en la Barriada de Valdeolleros (C/ José Sánchez Guerra, s.n.). La entrada al concierto es libre.

AIRES DEL BARROCO HISPANO



Anónimo (S. XVII)
Folías, glosas instrumentales

Bartolomé de Selma y Salaverde (h. 1580-h. 1638)
Gallarda y Corrente, danzas

Luis de Briceño (h. 1580-¿)
Dança llamada La Españoleta y Gran Chacona, danzas

Andrea Falconiero (1585-1656)
La Monarca y Brando dicho el Melo, danzas

Emilio de Cavalieri (h. 1550-1602)
Gran Duque de Florencia y Vuelta, glosas

Luis de Góngora (1561-1627) [Atribuida]
Jácara

Gaspar Sanz (1640-1710)
Villano y Zarabanda, danzas

Santiago de Murcia (1673-1739)
Fandango, Zarambeques y Jota, danzas




CINCO SIGLOS

Miguel Hidalgo, guitarra barroca y dirección
Antonio Torralba, flautas
Gabriel Arellano, violín barroco
José Ignacio Fernández, bandurria barroca
Daniel Sáez, violonchelo barroco
Antonio Sáez, percusión



AIRES DEL BARROCO HISPANO

Los tiempos que median entre las vidas de Velázquez y Goya acogieron el tercer gran momento de la música hispana para instrumentos.
El primero, lleno de laúdes, rabeles y axabebas, correspondió a la baja Edad Media y está marcado por la compleja realidad mudéjar. El segundo, el pleno Renacimiento de los violones, las vihuelas y los órganos, supone la particular visión autóctona del arte europeo de la glosa. Y este tercero, rebosante de seguidillas, zarabandas, jotas, españoletas y fandangos, viene a culminar los dos anteriores, teniendo como especiales protagonistas a la guitarra barroca de cinco órdenes y a su pequeña compañera, la bandurria. Ambas suponen la cristalización de emblemáticos instrumentos que anduvieron entre las manos de los músicos españoles desde muy antiguo. Desde ese primer momento a que aludíamos, suenan en las miniaturas del rey Alfonso X y entre los juglares del Libro de Buen Amor; y, luego, en los mesones y plazuelas de la novela picaresca, en los versos de los cancioneros, en las comedias de Lope de Vega y en el arte sutil de Luis de Góngora, él mismo tañedor.
En efecto, y aunque esto último no es muy conocido, Góngora fue músico. Y no ya sólo porque amara las palabras: su timbre, el ritmo grave o alegre con que se ordenan en los versos, los juegos con que imitan los sonidos del mundo… Don Luis de Góngora y Argote, el príncipe de los poetas españoles, tocaba la bandurria y la guitarra (llegó a ir a juicio al negarse a devolver una que le habían prestado) y frecuentaba a comediantes y tañedores por ser –son sus palabras- “tan aficionado a la música”. En el manuscrito 4118 de la Biblioteca Nacional de España, uno de los considerados buenos de entre los que transmiten las obras del poeta, hay varias piezas de bandurria que los especialistas consideran salidas de la inspiración musical de Góngora, o, al menos, habituales del repertorio que lleno sus soledades.  Hemos incluido una en nuestro recital y la hemos rodeado de otras de autores coetáneos (Bartolomé de Selma, Luis de Briceño y Andrea Falconiero) y anónimas.
            La parte final de este breve recital abunda en la larga vida que aquellas danzas y tañidos forjados en el primer barroco español tuvieron en el mundo del teatro y de las escuelas de baile; en los ambientes populares y cortesanos. 
 


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