domingo, 30 de septiembre de 2007

Ensayando concierto Cantigas de Santa María



Por gentileza de Javier Campos, su familia y su empresa, CINCO SIGLOS ha estado ensayando este fin de semana el concierto que, con "Cantigas de Santa María" de Alfonso X el Sabio, interpretará mañana en la Fundación Juan March (Madrid).

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Un paisaje hecho instrumento


Sobre trastes de guijas
cuerdas mueve de plata
Pisuerga, hecho cítara doliente;
y en robustas clavijas
de álamo las ata
hasta Simancas,
que le da su puente.
Al son, pues, deste instrumento
partía un pastor sus quejas con el viento:
"Oh río, le decía,
que al tronco menos breve
le guarnecen de perlas tus espumas...


Góngora tocaba un instrumento mucho más pequeñito que éste.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Más sobre Góngora músico

Cuenta Dámaso Alonso (en un artículo de 1962) una anécdota interesante de la biografía de Góngora. En una de sus enfermedades, el poeta se encomendó a la Virgen de Villaviciosa (su imagen en plata está en la Catedral de Córdoba). Estando en Madrid, ya recuperado, decidió agradecer la curación comprando una tela bordada en oro y plata con la que mandaría hacer un manto para la Virgen. En Córdoba, don Luis habló con cierta señora de las excelencias de la tela. Ella le pidio verla y el poeta cortésmente se la envió. Como la dama no se la devolvía por más que Góngora la requiriera, decidió llevarla a juicio. Durante el mismo, que tuvo lugar en 1597, la mujer arguyó que el demandante tampoco le había devuelto a ella dos cosas prestadas, a saber, un rebociño (prenda de vestir femenina) y una vihuela de ébano.

Músicas de Sala en los Siglos de Oro



Incluso para el hombre occidental del siglo XXI puede suponer un placer enorme el reencuentro cotidiano con los dones humildes de la naturaleza: el tacto del agua, el olor de los panes recién cocidos, el rosa que va ganando la blancura de un gran cardo, el silencio de un atardecer, el gusto de un trago de vino. Al margen de su posible simbolismo, algunos de los más hermosos cuadros de nuestros Siglos de Oro son una celebración de los goces que deparan las maravillas humildes.
Ese arte de pintar rincones de barberías, zapaterías, burros, alimentos y demás cosas viles, que, al decir de Plinio (Naturalis Historia, XXXV), cultivara en época helenística el artista Peiraikos, se retoma a finales del Renacimiento. La gracia, no exenta de cierto manierismo, está en mostrar un huevo frito con la minucia y dignidad con que se pinta un noble a caballo. Diego Velázquez, Juan van der Hamen, Juan Sánchez Cotán, Felipe Ramírez… nos hacen mirar con ojos nuevos las menudencias en las que, desengañados de más altos empeños, cifran la felicidad los hombres a quienes no tocó vivir tiempos heroicos.
Miguel de Cervantes, moviéndose por la mitad sur de España, fue testigo en el último tercio de su vida de la aparición de este género del bodegón. En 1617 escribe: “No siempre va en un mismo peso la historia, ni la pintura pinta cosas grandes y magníficas, ni la poesía conversa siempre por los cielos. Bajezas admite la historia; la pintura, hierbas y retamas en sus cuadros; y la poesía tal vez se realza cantando cosas humildes.” (Los trabajos de Persiles y Segismunda. Libro III, Capítulo XIV). En efecto, también la poesía incurre a su manera en los bodegones; a veces, desarrollando el viejo topos del menosprecio de corte. Góngora brinda ejemplos magníficos, tanto en sus versos de altas pretensiones estilísticas como en los de más sencillos recursos. En este segundo ámbito es bien conocido su Ande yo caliente, en el que el pan tierno, la morcilla y el aguardiente parecen salidos de un cuadro del primer Velázquez:

Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente.
y ríase la gente.

Coma en dorada vajilla
el príncipe mil cuidados
como píldoras dorados:
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
y ríase la gente.

Cuando cubra las montañas
de plata y nieve el enero
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del rey que rabió me cuente
y ríase la gente.

Menos conocida es la poesía que dedicó a Vicente de Sancta Ana, músico del corregidor de Córdoba don Diego de Vargas. El tono va buscando la elegía desde la entrañable añoranza del placer de la comida, que los amigos compartían. Esos tordos que se están cebando con uvas por el Arroyo Bejarano están ensartados en una caña esperando el asador en el maravilloso Bodegón de caza, hortalizas y frutas (1602) de Juan Sánchez Cotán (1560-1627), casi contemporáneo exacto del cordobés:

A ganas de comer descomedidas
convite cordobés, Vicente hermano.
A pájaros que vienen a la mano,
un baldrés basta, dos plumas fingidas.
A tordos que así saben sus dormidas,
cañaveral en ellos, pues es llano
que el Castillejo, y aun el Vejarano,
cebándolos están de uvas podridas.
A Sancta Ana con hambre, huésped divino,
Sanct Lázaro le hospede, y sea este año,
porque de sus carneros algo le ase.
Claridad mucha causa mucho daño;
arrollad, Musa, vuestro pergamino,
y dejad maliciosos en su clase.

E incluso cuando su poesía se va haciendo puro sonido, siguen las escenas de bodegón o afines. Aquí (Soledad primera) pinta cien perdices cuyas patas rojas parecían botas de tafilete, que serían la envidia de los berberiscos:

Sobre dos hombros larga vara ostenta
en cien aves cien picos de rubíes,
tafiletes calzadas carmesíes,
emulación y afrenta
aun de los Berberiscos
en la inculta región de aquellos riscos.

Y aquí un quesillo asadero prensado por una hermosa vaquera cuya blanquísima mano apenas se distingue de la leche por las venas:

Sellar del fuego quiso regalado
los gulosos estómagos el rubio
imitador suave de la cera,
quesillo dulcemente apremïado
de rústica, vaquera,
blanca, hermosa mano, cuyas venas
la distinguieron de la leche apenas;
mas ni la encarcelada nuez esquiva
ni el membrillo pudieran anudado,
si la sabrosa oliva
no serenara el bacanal diluvio.

Las Soledades están llenas de olores, descripciones táctiles, coloreadas imágenes, sabores sugerentes y, muy especialmente, de sonidos. Como los cuadros que venimos evocando, quieren sonar, oler, gustar; aspiran a la sinestesia: “Rompida el agua en las menudas piedras,/ cristalina sonante era tiorba”.
La poesía de Góngora puede cautivar hoy tanto por la celebración de los placeres que la naturaleza brinda al hombre a través de los cinco sentidos (de cuyo disfrute personal también da cuenta el poeta) como por la búsqueda de una expresión que aspira de continuo a la música y a lo sensual. Denostando al más grande de los poetas, decía Menéndez Pelayo en 1894 que Góngora “llegó en su última época al nihilismo poético, a escribir versos sin idea y sin asunto, como meras manchas de color o como mera sucesión de sonidos”.
A despecho del tópico que considera cierta obra de Góngora apartada de la vida, quienes lo leen saben que su poesía arranca siempre de la observación de lo cotidiano, de lo popular. Es el Barroco que se hace barroco por su afán hiperrealista, por dar cuenta de lo que se ve queriendo ser fiel hasta el extremo, permitiéndose si acaso sólo el chiste. También es la expresión celosa de una música que acaso el cordobés no llegó a dominar por completo: “en mi aposento otras veces/ una guitarrilla tomo,/ que como barbero templo/ y como bárbaro toco”.
Unas pocas veces dentro (Los tres músicos de Velázquez) y, las más, imaginados fuera, cerca de las viandas que pintan los cuadros están los instrumentos músicos. Muy especialmente los instrumentos bajos de volumen, los aptos para la “música instrumental de sala”, como llamaba a los sones de la intimidad otro gran amigo del poeta de Córdoba: el rondeño Vicente Espinel.
El azar ha querido que el copista del siglo XVII que anotó pacientemente las poesías de Góngora en un manuscrito conservado hoy en la Biblioteca Nacional (el Mss. 4118, uno de los mejor conformados antes de las ediciones) apuntara también en las seis últimas páginas tres piezas completas para bandurria (un Pasacalle, una Gallarda y una Jácara), que acaso fueran compuestas por el cordobés o formaran parte al menos del repertorio que interpretaba en su pequeño instrumento para solaz propio y de sus amigos.
Pues sí, es posible que Bandurrio (como le motejara a veces Lope de Vega) tocara en efecto la bandurria, instrumento de corte popular que a la sazón compartía protagonismo con la guitarra, garbosa ésta por los más dispares ambientes: tabernas, barberías, cámaras palaciegas.
En uno de los pocos autógrafos (una carta) que conservamos de don Luis de Góngora, como gustaba firmar nuestro poeta, el cordobés escribe: “perdóname, amigo, que estoy hecho pedaços y son las onçe”. Era 1622. Faltaban cinco años para que Góngora dejara de pisar el suelo del Potro. Sufría de la vista (“el pleito de mis ojos se va trampeando de manera que temo la sentencia de la vista”) y a veces no puede acortar las noches de enero con “doblados libros”, porque “mis ojos no me dan lugar a volver la oja”. Es posible que entonces agarrara una bandurrilla (“Ahora que estoy despacio,/ cantar quiero en mi bandurria/ lo que en más grave instrumento/ cantara, mas no me escuchan”) y tañera.

jueves, 20 de septiembre de 2007

La bandurria para Góngora llega a la etapa final de su construcción



José Ignacio Fernández afronta estos días una de las etapas finales de la construcción de la bandurria para el programa de Góngora: la fabricación de la tapa.

lunes, 10 de septiembre de 2007

INSTRUMENTOS PARA EL PROGRAMA DE GÓNGORA. II: ARCHILAÚD


En nuestro repaso de los instrumentos utilizados en el programa de Góngora, mostramos ahora el archilaúd. El archilaúd surge en la Italia de finales del siglo XVI como una evolución del laúd. Su característica esencial es la búsqueda de un aumento de su extensión hacia el grave mediante la adición de un segundo mango con bordones libres. Por eso no era rara su identificación con la tiorba y el chitarrone. Difiere de ellos no obstante, sobre todo ya en pleno siglo XVII, en el tamaño de la caja, que es menor. Ramón Andrés (en su Diccionario de instrumentos musicales) recoge la minuciosa descripción que hace el Diccionario de Autoridades: "Una especie de laúd, y mayór que él. Compónese y tiene además del buque ò cuerpo regular un mango, ù diapason ancho, el qual se divide en cierta manéra, quedando la parte inférior para fijar las cuerdas delgadas, que son los tiples y altos: y por la parte superior se extiende y diláta otro tanto más, en cuyo remate se fijan los bordones, que son los baxos". El archilaúd de CINCO SIGLOS ha sido construido por Urgiante Cipolloni.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Españoletas







Españoleta es el nombre de una danza aristocrática y de una pieza instrumental. Esquivel Navarro (1642) se refiera a ella como una de las danças y tañidos que, aunque no de uso frecuente en su época, se siguen interpretando en los saraos y máscaras reales. El ejemplo más antiguo de una españoleta está en Il ballarino (Milán, 1581) de Fabritio Caroso. Al igual que otras danzas experimenta en el XVII la típica transición de baile a esquema para glosar. Este último es el espíritu de esta versión de CINCO SIGLOS, incluida en su CD GLOSAS NUEVAS SOBRE VIEJAS DANZAS. Tañidos de fama en los Siglos de Oro, que tiene en cuenta la Españoleta por otro punto de Gaspar Sanz.
Aquí con algunas fotos:

sábado, 8 de septiembre de 2007

A la nueva bandurria ya le han salido clavijas


A la nueva bandurria que José Ignacio Fernández prepara para el recital de CINCO SIGLOS con música de Góngora le acaban de brotar clavijas.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Cifras Selectas de Guitarra (1722), nueva fuente para la música de Santiago de Murcia


En un número reciente de la revista Early Music (Mayo, 2007), Alejandro Vera da noticia del hallazgo en Chile de un nuevo libro del compositor barroco Santiago de Murcia, cuya obra para guitarra constituye una fuente de primer orden para el estudio de la danza y la variación en la España barroca.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

¿POEMA AUTOBIOGRÁFICO DE GÓNGORA?


A los amantes del Barroco pudiere merecer la pena (¡la dicha!) leer despacio este poema de Luis de Góngora y Argote. Está lleno de humor (¡Qué necio que era yo antaño,/aunque hogaño soy un bobo...) ingenio, desengaño (tengo amigos, los que bastan/ para andarme siempre solo), tiempo (Veo pasar como humo/ afirmado el tiempo cojo...) y música (sobre piedras como piedra/ sobre plumas como plomo) ... También, quizá, de sinceridad... Es una autobiografía de la vida cotidiana (Con doblados libros hago/ los días de mayo cortos,/ las noches de enero breves...) de nuestro poeta. Pero, basta de ejemplillos, leámos despacio esta poesía de 1590:


¡Qué necio que era yo antaño,
aunque hogaño soy un bobo;
mucho puede la razón,
y el tiempo no puede poco!
A fe que dijo muy bien
quien dijo que eran de corcho
casco de caballo viejo
y cascos de galán mozo.
Serví al Amor cuatro años,
que sirviera mejor ocho
en las galeras de un turco,
o en las mazmorras de un moro.
Lisonjas majaba, y celos,
que es el esparto de todos
los majaderos captivos
que se vencen de unos ojos.
De esta dura esclavitud
(hace un año por agosto)
me redimió la merced
de un tabardillo dichoso.
A este mal debo los bienes
que en dulce libertad gozo,
y vame tanto mejor
cuanto va de cuerdo a loco.
Héme subido a Tarpeya
a ver cuál se queman otros
en tan vergonzosas llamas,
que su honor volará en polvo;
y he de ser tan inhumano,
que a quien otra vez piadoso
ayudara con un grito
acudiré con un soplo.
Háganse tontos cenizas,
que con cenizas de tontos
discretos cuelan sus paños,
manchados, pero no rotos.
Quince meses ha que duermo,
porque ha tantos que reposo
sobre piedras como piedra,
sobre plumas como plomo.
No rompen mi sueño celos,
ni pesadumbre mi ocio,
ni serenos mi salud,
ni mi hacienda mal cobro.
Tengo amigos, los que bastan
para andarme siempre solo,
y vame tanto mejor
cuanto va de cuerdo a loco.
Con doblados libros hago
los días de mayo cortos,
las noches de enero breves
por lo lacio y por lo tosco.
Cuando ha de echarme la Musa
alguna ayuda de Apolo,
desatácase el ingenio,
y algunos papeles borro
a devoción de una ausente,
a quien ausente y devoto
con tiernos ojos escribo
y con dulce pluma lloro.
Discreciones leo a ratos
y necedades respondo
a tres ninfas que en el Tajo
dan al aire trenzas de oro,
y a la que ya vio Pisuerga,
la aljaba pendiente al hombro,
seguir la casta Diana
y eclipsar su hermapo rojo.
Salgo alguna vez al campo
a quitar al alma el moho
y dar verde al pensamiento,
con que purgue sus enojos.
En mi aposento otras veces
una guitarrilla tomo,
que como barbero templo
y como bárbaro toco.
Con esto engaño las horas
de los días perezosos,
y vame tanto mejor
cuanto va de cuerdo a loco.
Pagaba al tiempo dos deudas
que tenía tras de un torno;
mas ya ha días que a la iglesia
del desengaño me acojo;
en cuyo lugar sagrado
me ha comunicado Astolfo
todo el licor de su vidrio
y la razón sus antojos;
con que veo a la Fortuna
de la fábrica de un trono
levantar un cadahalso
para la estatua de un monstro,
y por las calles del mundo
arrastrar colas de potros
a quien de carro triunfal
se apeó en el Capitolio.
Veo pasar como humo
afirmado el tiempo cojo
sobre un cetro imperïal
y sobre un cayado corvo.
Después que me conocí
estas verdades conozco,
y vame tanto mejor
cuanto va de cuerdo a loco.

Sobrecoge pensar que lo que tocaba Góngora en su aposento fueran esas piezas incluidas al final de uno de los más fiables manuscritos del siglo XVII con su poesía. Son cuatro, como comentábamos hace unos días: una jácara, una gallarda (su comienzo se reproduce a la cabeza de este escrito) y dos pasacalles.


INSTRUMENTOS PARA EL PROGRAMA DE GÓNGORA. I: FLAUTAS


Además de la bandurria, de la que ya hemos hablado y de la que seguiremos dando noticia, CINCO SIGLOS ha incorporado a su ya extenso instrumentario algunos nuevos ejemplares expresamente buscados para cumplir las exigencias musicales de este proyecto. Trataremos hoy de las flautas. Algunos de los prototipos más fascinantes de flautas dulces se corresponden con lo que se conoce como modelos transicionales, manieristas o de paso del Renacimiento al Barroco. De entre los varios instrumentos conservados del siglo XVII, acaso el mejor estudiado sea el que se corresponde con las varias flautas firmadas por Hieronimus Franciscus Kynsecker. En Nuremberg se conserva su famoso cuarteto formado por una soprano en do, una contralto en fa, una tenor en do y una bajo en fa. Hay más instrumentos de Kynsecker conservados, entre ellos una hermosa y curiosísima bajo en el Museo de París.

El constructor manresano Josep Tubau, amigo y colaborador habitual de CINCO SIGLOS, ha realizado tres flautas basándose en los modelos de Kynsecker: una contralto, una tenor (usadas ambas en el CD GLOSAS NUEVAS SOBRE VIEJAS DANZAS) y una bajo (reproducida parcialmente en la foto que encabeza este escrito), actualmente en fase de acabado.

martes, 4 de septiembre de 2007

DOS CANTIGAS DE AMIGO PARA EL RECITAL DE CINCO SIGLOS EN LA FUNDACIÓN JUAN MARCH


Las cantigas d'amigo de Martín Codax aparecieron a principios del siglo XX (1914) en la encuadernación de un De Officiis de Cicerón. Quien encontró el manuscrito (quizá un rótulo de los que usaban los juglares) fue el librero Pedro Vindel, que dio a conocer rápidamente su descubrimiento e incluso publicó una reproducción facsimil en 1915. A continuación vendió el manuscrito al musicólogo malagueño Rafael Mitjana quien lo depósito en su biblioteca de la ciudad de Uppsala donde entonces vivía. Cuando Mitjana muere en 1921 la biblioteca pasa a su viuda y luego es vendida por sus herederos. El pergamino (ver aquí en alta resolución), después de varias vicisitudes cuya pista siguió el musicólogo Ismael Fernández de la Cuesta, fue adquirido por el bibliófilo Otto Haas y puesto a la venta en Londres por su colega Albi Rosenthal. Finalmente fue comprado por la Pierpoint Morgan Library de Nueva York, donde se conserva desde 1977.
El tamaño del pergamino es de 34 x 45 cm. Está escrito por una sola cara a cuatro columnas, con 26, 24, 23 y 17 líneas respectivamente. La primera columna contiene 5 pentagramas, 6 la segunda, 6 la tercera y 4 la cuarta. El texto fue escrito en tinta negra y los pentagramas en tinta roja. Las iniciales están ornamentadas en azul y rojo. El nombre del juglar Martín Codax aparece en la parte superior del pergamino, en rojo. En la copia del pergamino intervinieron varias manos.
Contiene siete cantigas de amigo, seis de ellas con notación musical:

Ondas do mar do Vigo
Mandad'ei comigo ca ven meu amigo
Mia yrmana fremosa treides comigo
Ay Deus se sab'ora meu amado
Quantas sabedes amar amigo
En o sagrad' e Vigo
(Sólo texto, sin notación musical)
Ay ondas que eu vin veer

Sus textos ya eran conocidos por formar parte de los cancioneros sin música de la lírica galaicoportuguesa. Sin embargo, su música constituye, junto con las siete cantigas de amor de Don Denís, halladas en el Pergamino Sharrer, las únicas muestras que se han encontrado hasta la fecha de la canción profana galaico-portuguesa. La música de las cantigas está escrita en notación cuadrada, con ligaduras muy similares a las Cantigas de Santa María.
El descubrimiento del pergamino vino a confirmar la hipótesis formulada por Gröber, según la cual los trovadores entregaban hojas volantes (liederblätter), a los juglares para su interpretación.

domingo, 2 de septiembre de 2007

MENCIÓN A CINCO SIGLOS EN EL LIBRO "LA MÚSICA CLÁSICA EN ANDALUCÍA"


En la página 140 del interesante libro de Pablo J Vayón La música clásica en Andalucía (Sevilla, 2007) hay una referencia a CINCO SIGLOS que reproducimos:

"En veteranía, a los sevillanos [Artefactum] les ganan pese a todo los cordobeses de Cinco Siglos, un quinteto instrumental creado en 1990 y que dirige el laudista y guitarrista Miguel Hidalgo. El conjunto lo completan Antonio Torralba (flautas), Gabriel Arellano (viola medieval), José Ignacio Fernández (instrumentos de cuerda pulsada) y Antonio Sáez (percusión). La decisión de no incorporar voces al conjunto, hace que Cinco Siglos trabaje fundamentalmente sobre arreglos instrumentales, ya que la música medieval escrita exclusivamente para instrumentos es muy escasa. A pesar de ello, más de década y media de vida, con una trayectoria extraordinaria de actuaciones tanto en España como en el extranjero, trazan el dibujo de un conjunto de primer nivel. Ocho discos lleva publicados el grupo, todos por Fonoruz, sello con residencia en Montilla (Córdoba), ocho discos que repasan el repertorio en el que se mueve el conjunto y que hace incidencia tanto en las danzas del trecento italiano como en la música sefardita, andalusí o mudejar, las cantigas de Alfonso X o diversas piezas trovadorescas. En su último trabajo, Cinco Siglos ha abandonado el ámbito medieval para ofrecer un programa de danzas del Siglo de Oro".

sábado, 1 de septiembre de 2007

CINCO SIGLOS EN ROTA



El pasado día 10 de agosto CINCO SIGLOS actúo en el Castillo de Luna de Rota (Cádiz) con el programa DANZAS DE LA EDAD MEDIA EUROPEA. Un numeroso público siguió con entusiasmo este recital de danzas de los siglos XIII y XIV.